“Indignados”: ¿El embrión de un cambio social o el sueño de unos días de verano?

Desde el pasado 15 de mayo estamos asistiendo a un nuevo movimiento social, que ha sido sorpresivo para muchas personas y estamentos. Las redes sociales han jugado un papel determinante en el éxito de esta movilización como vehículo y plataforma de divulgación, seguimiento y desarrollo de las concentraciones.

Realmente el 15 fue el día fijado, cercano a las elecciones municipales y autonómicas,  pero de hecho había comenzado tímidamente anteriormente con pequeñas concentraciones, Las redes sociales han jugado un papel determinante en el éxito de esta movilización como vehículo y plataforma de divulgación, seguimiento y desarrollo de las concentraciones.

El movimiento encuentra en dos publicaciones su referente intelectual: ¡Indignaos! de Stéphane Hessel escrito por un ex combatiente de la resistencia francesa, diplomático, ciudadano, judío, nacido en Alemania nacionalizado como ciudadano francés posteriormente, una persona  vivió incluso el horror de un campo de concentración, publico este alegato de movilización destinado a la juventud, instándoles a abandonar la indiferencia en estos tiempos adversos y Reacciona de José Luís Sampedro (que prologo el libro Indignaos),  y otros autores , en el que se reflexiona sobre la situación actual  y sintetiza con la frase: Los grandes cambios empiezan con pequeños pasos. José Luis Sampedro, Federico Mayor Zaragoza y Baltasar Garzón, entre otros, nos brindan 10 respuestas con una idea común: la necesidad de tomar postura y actuar pues todavía hay esperanza, hay soluciones.

Es síntoma significativo de una sociedad enferma que dos personas ancianas llenas de sabiduría sean los impulsores intelectuales de esta movilización presuntamente juvenil, en una sociedad en la que se prejubila con 55 años o menos a directivos de banca y otras multinacionales,  con retiros multimillonarios, en la que personas mayores de 45 años conforman un colectivo con enormes dificultades laborales, una sociedad que aparta y aparca a sus mayores,  ocultándoles en residencias y asilos, como ocultamos todo lo que según los cánones sociales establecidos nos parece feo, desechable, desperdiciando todo un potencial de experiencia y conocimiento como no se ha conocido en  ninguna otra civilización a lo largo de la historia .

La reacción ha venido motivada por una crisis económica profunda, devastadora, cuyos efectos más letales pueden estar aún por llegar, pero ese dato aún siendo dramático, no puede ni debe  ocultar la profunda enfermedad, el enorme letargo al que lleva sometida nuestra sociedad intelectual desde hace varias generaciones.

Una sociedad sin referentes ni ideales, sin valores perdurables, excepto aquellos que creemos dan felicidad aunque sea inmediata, como el dinero y el poder, el tan mencionado estado de bienestar, muy loable ,diría que irrenunciable, aunque ahora se cuestionen su pilares,  pero inservible sino se acompaña de un verdadero bienestar interior que nada tiene que ver con titulaciones, privilegios, propiedades ni riquezas, sino con tesoros intangibles como los valores, la libertad individual, la paz interior, el respeto y el amor como centro de nuestras acciones individuales y como compromiso de estilo de vida.

Reflexiones, que por cierto, no reconozco en los planteamientos de los concentrados en las plazas y calles de nuestras ciudades, lo cual no les resta legitimidad, pero puede convertir sus esfuerzos e idearios en baldíos, sin sustancia, repitiendo los viejos errores de las instituciones y grupos sociales representativos hacía los que va encaminada la protesta, como organismos económicos,  bancos, gobiernos, partidos políticos, sindicatos, iglesia u otros.

Esta nueva revolución debe ser más profundo más honda, debe cuestionar los falsos pilares que sustentan esta sociedad, enferma agonizante,  sí, debe comenzar por lo esencial ,las injusticias sociales, la ineficacia de los políticos, el dominio casi tiránico de los mercados económicos,  pero tras ese primer paso debe encaminarse a otras conquistas a otros retos, a otros compromisos individuales, liberarnos de la esclavitud a la que nos somete el poder a través del bombardeo continuo de sus medios de comunicación, tenemos que enfrentarnos al mundo con la desnudez mental y falta de prejuicios de un niño, cambiar los estereotipos con los que nos llevan machacando durante décadas, tenemos  que aprender a escuchar más que a hablar, a observar no a mirar, a reflexionar sobre lo que verdaderamente nos hace felices, a lo que va dar sentido a nuestra existencia como seres humanos, siempre llena de contrariedades ajenas a nuestra posición socio-económica, tenemos poder para cambiar el mundo, iniciando ese cambio en nuestro entorno con las personas y situaciones con las que compartimos habitualmente nuestra vida, como dice Sampedro los grandes cambios se inician con pequeños pasos, aunque estos sean tremendamente costosos sin esfuerzo no hay autentica satisfacción.

Carlos Ramírez – ASOFED

2 pensamientos sobre ““Indignados”: ¿El embrión de un cambio social o el sueño de unos días de verano?

  1. Cuánta verdad hay en tus palabras!
    Ojalá alguien rescatara este artículo y lo emitiera en un períodico de «Gran tirada Nacional»,porque eres merecedor de eso y más pero sobre todo, ojalá volvieran a primar en nuestras vidas, los valores, la educación y la cultura, el civismo, la COMUNCACION,y el respeto por los demás que tan deteriorados e inexistentes resultan hoy….solo con eso empezariamos por construir una sociedad mejor, para nosotros y para los que vendrán…..para vivir y para dejar vivir a los demás!
    Enhorabuena por tu articulo!
    Un abrazo,

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