Bruce Springsteen en Donostia
Bruce “nos empapó” de buenas vibraciones, reivindicación y Rock&Roll
En su gira europea Bruce recaló el sábado dos de junio en el País Vasco, en Donostia, cuatro años depures el Jefe volvía a la Bella Easo. Una bandera americana y una Ikurriña presidian un escenario grandioso pero sobrio. Un Gabon Donosti (buenas noches San Sebastián) fue el arranque para más de tres horas ininterrumpidas de rock&roll, tan contundente como la pertinaz lluvia que nos acompaño todo el concierto. Who’ll Stop The Rain (quien parrara la lluvia) fue su primer tema, una versión de la Creedence Clearwater Revival, que el público (el estadio de Anoeta presentaba una magnifica entrada) coreo con entusiasmo al igual que los temas que sirvieron para recorrer su último trabajo (Wrecking Ball) y así poco a poco entre buenas sensaciones y vibraciones aderezadas con toques reivindicativos (tan presentes en su discurso en los últimos tiempos) y regados por la persistente lluvia, llegamos a los momentos culminantes de la noche, esos que convierten los conciertos de Bruce en mucho más que descargas de buena música, en un éxtasis colectivo en el que se mezclan la protesta, la indignación, las emociones y ese buen rollo que nadie como él sabe contagiar desde un escenario y que le han convertido en una autentica leyenda. Recogiendo sucesivamente peticiones del público (algo habitual desde sus inicios allá por los años 70´s) nos sumergió en temas inolvidables como Hungry Heart, Working On The Highway, Dacing in the dark, e incluso Born in the USA (hacía años que no la escucha en un concierto) el publico enloquecía y la catarsis fue aún mayor cuando recogiendo a un niño (Iker) de las primeras filas lo subió al escenario y al unisonó interpretaron Waiting´ on a sunny day en uno de los instantes más emotivos de la noche cuando adquiere todo su sentido la famosa frase: yo estuve allí . Un homenaje al desaparecido Clarence Clemons (Jake Clemons, su sobrino, es una extraordinaria aportación a la E. Street Band) que el público acogió con un silencio sobrecogedor que pudo escucharse en toda la ciudad, fue el preludio de un final apoteósico, Bruce no pudo parar la lluvia, pero consiguió activar lo mejor de todos los presentes, una vez más: gracias Jefe.
Carlos Ramírez-ASOFED
Otra perspectiva:
Del concierto me ha impresionado todo, como la otra vez que vi a este fenómeno de la música, eso es música desde luego- y de movilización de masas. A pesar del agua que caía constantemente la gente permanecía en la pista, calándose hasta los huesos y cantando- también muchos bebiendo-. Lo impresionante para mí es el magnetismo de este hombre, su fuerza y su osadía, que conecta con el espíritu de rebeldía de la gente en general- de todas las clases sociales-(otro dato)- que está cansada y harta de luchar y no conseguir.
Creo que es una inyección de fuerza, de oportunidad de desahogo y de revitalizar la creatividad de muchas almas -casi muertas por el desanimo- juntas. Una especie de catarsis colectiva. Un poco de sueño y fantasía y otro poco de realidad aunque sólo dure tres horas. Y esto para que tome nota la juventud- lo logra un hombre de 62 años. Claro que es un mito y los mitos están lejos, solos y aparentando estar cerca y al lado.
Además clasificaría a las multitudes que asistimos al concierto en tres grupos: a) los fieles de la primera fila y siguientes) los que se “acoplan” a la música, a la multitud y al líder y terminan “integrados” en el espectáculo c) los “curiosos” a los que por diferentes causas les atrae este tipo de fenómenos y un cuarto grupo que mejor que no estuvieran que se adhieren a todo tipo de situaciones de masas para “malear” entre la gente sin respeto, sin límites y sin educación, que ni les interesa el asunto, ni mucho menos la música y además –generalmente- molestan, provocan e incluso agreden. Alguno de esos se inserta –incluso- en los sistemas de seguridad.
Amado Ramírez-Psicólogo Clínico