Efemérides en el Athletic Club de Bilbao

En estos días se han cumplido dos aniversarios de importancia para este club centenario y para el fútbol en general.
En una temporada en la que el club bilbaíno no atraviesa por sus mejores momentos estos recuerdos ponen de manifiesto la grandeza de su trayectoria histórica más allá de momentos adversos en lo deportivo, un club cuya filosofía le hace único en el panorama futbolístico mundial y sirve de ejemplo y referencia para muchos aficionados, seguidores, admiradores y estudiosos de la historia futbolística.
Se han cumplido cien años del primer gol de Rafael Moreno conocido futbolísticamente como Pichichi, ese primer gol oficial lo anoto ante el Real Madrid (entonces denominado Madrid Foot-ball Club) el 17 de marzo de 1913 en el viejo estadio de O´Donnell.
Fue el primero de una lista de 78 goles que convirtieron a este jugador, por cierto nieto sobrino del gran escritor Unamuno, en el primer mito del fútbol vasco y español. No en vano el trofeo al máximo goleador de la liga española lleva inscrito su nombre.
Fue un pésimo estudiante, un tormento para su abnegada madre. Tan peligroso con el balón en los pies como con el bolsillo lleno. «Travieso, díscolo y enredador», le definió un tío cura. Fue el primer ídolo de San Mamés, también el primer futbolista increpado por La Catedral.
Despechado, se retiró muy joven, con apenas 28 años, y se pasó al arbitraje, del que también salió trasquilado. Y murió en la flor de la vida, sin haber cumplido los 30: unas ostras en mal estado, rezaba la versión oficial; los excesos de la mala vida, reconocen hoy abiertamente sus descendientes. Pero antes de sumir a Bilbao en un luto profundo, Rafael Moreno Aranzadi, Pichichi, se las ingenió para labrarse una leyenda, la primera del fútbol español. Un mito que comenzó a forjar tal día como hoy, hace un siglo exacto.
Aquel gol, y muchos otros, y sus artimañas, y sus trifulcas, y sus parrandas, edificaron el mito de Pichichi. Si Unamuno fue su tío-abuelo, su padre, Joaquín Moreno, abogado, llegó a ser alcalde de Bilbao. El hermano mayor, Raimundo, estudió Ingeniería de Minas en Londres. Allí inoculó el virus del fútbol, y se lo transmitió al hermano pequeño, que hacia novillos en los Escolapios, de crío, y en la Universidad de Deusto, ya mozo, para jugar contra los marineros británicos en la Campa de los Ingleses, a orillas de la ría de Bilbao. A Rafael le gustaban aquellos partidos porque eran todos mayores que él: «Los equipos de amiguetes se lo disputaban y alguien le llamó Pichichi tal vez en derivación de ‘pichón’, ‘pichín’ o ‘pichichi’, terminología dedicada cariñosamente a personas allegadas de corta estatura», cuenta Alberto López Echevarrieta en el libro Pichichi: Historia y leyenda de un mito’. Allí, en los terrenos que hoy ocupa el Museo Guggenheim, surgió el alias que le sobrevivió, y que hoy es sinónimo de goleador. Sus hazañas, dentro y fuera de la cancha, hicieron de Pichichi una celebridad en Bilbao. Unamuno trató por todos los medios de enderezarle, sin éxito. Le cedió parte de su colección de sellos, pero la filatelia no atraía a Rafael.
Por otra parte el 30 de marzo se cumplieron 30 años del himno oficial del Athletic que venía a cubrir un hueco hasta entonces ocupado por el Alirón que entonaban las cupletistas y con posterioridad ,desde los años 50, la letra de Nadal y Urrengoetxea en la que se cantaba aquello de «Tiene Bilbao un gran tesoro…»
Pero no fue hasta muchas décadas después, cuando el Athletic estrenó su primer himno oficial, un cántico apadrinado por el maestro Carmelo Bernaola, que la afición rojiblanca escuchó por vez primera un 30 de marzo de 1983, curiosamente con el segundo tiempo ya iniciado de los cuartos de final de la Copa jugados frente al Barcelona en La Catedral.
Así se canta, desde entonces el:
«Athletic, gorri ta zuria / danontzat zara zu geuria / Erritik sortu zeñalako / maite zaitu erriak. / Gaztedi gorri-zuria/ zelai orlegian / euskalerriaren erakusgarria…», es tarareado por todo aficionado zurigorri desde la cuna.
A Bernaola se le hizo el encargo -la letra en euskara es de Juan Antón Zubikarai- con libertad para componer lo que quisiera, pero decidió bucear en la tradición y el patrimonio musical que habían acompañado al equipo rojiblanco a lo largo de su historia, y optó por arreglar y combinar viejas canciones ya existentes, como el popular ‘Alirón’ de Aquino y Retana, mezclado con el pasacalles ‘Altza Gaztiak’ de Feliciano Beobide.
Por lo tanto doble enhorabuena para el club de San Mamés que estamos seguro seguirá añadiendo a su gloriosa historia otros pasajes dignos de conmemorar.
¡Aupa Athletic!

Carlos Ramírez.


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