28 de junio día de la diversidad sexual.
Conocido popularmente como día del orgullo gay
En estos tiempos en pleno Siglo XXI parece mentira o mejor un guión propio de una película de terror que haya personas que sean acosadas, perseguidas, vilipendiadas, juzgadas, castigadas y condenadas por tener una orientación sexual determinada.
Estamos hablando de una de esas cuestiones que pertenecen a la más intima integridad personal, más aún que las creencias religiosas o las ideologías políticas pues sin esa identidad sexual plenamente desarrollada y aceptada, todos los demás cimientos que conforman la personalidad individual pueden desmoronarse como un frágil castillo de naipes.
En el mundo supuestamente desarrollado es en estas décadas cuando se empieza a discutir de la igualdad plena de derechos, incluidos el matrimonio o la adopción, y para ser equitativos hay que reconocer que España, tantas veces a la cola de las grandes decisiones, fue pionera gracias a la labor en este campo del Gobierno de Zapatero, tan cuestionado en otras áreas.
Pero si en el ámbito occidental se esta discutiendo la igualdad de derechos en otras partes del mundo la situación por la que atraviesan estas personas es un drama personal que puede acarrear duras condenas y castigos ejemplares.
El papel de las religiones es difícil de justificar y aún de entender en este aspecto. La doble moral nunca es ejemplarizante y menos cuando la ejercen los auto designados representantes de un mundo más allá y mejor en la tierra.
Tampoco es entendible el papel de muchos ciudadanos de a píe que se arrogan no sé que representación mayoritaria socialmente para intentar imponer sus criterios y normas de comportamiento a los demás en aras de un supuesto bien estar social del que excluyen a las minorías siempre molestas para los inflexibles.
La libertad y orientación sexual es una cuestión únicamente individual e intransferible cuya diferente manifestación y ejercicio no debiera molestar a nadie ya que a ningún individuo se le exige por parte de estas minorías que cambie su comportamiento en este ámbito.
Es simplemente una cuestión de respeto personal sin el cual, no olvidemos, es imposible la más mínima convivencia ni a nivel social ni en el plano individual.
Carlos Ramírez