Los Comuneros en Santander (Colombia)

 

 

 

 

El pasado  23 de abril conmemoramos el día de los Comuneros en la campa de Villalar (Valladolid) una jornada festivo reivindicativa que es la fiesta oficial de la Comunidad Castellano Leonesa, si bien el espíritu de la revuelta comunera traspaso las fronteras de las provincias que hoy constituyen esta Comunidad, las del viejo Reino de Castilla e incluso tuvo su réplica en el nuevo mundo.
Si la guerra de las Comunidades en Castilla se produjo entre los años 1520 y 1522 bajo el reinado de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Germánico perteneciente a la dinastía de los Austria y concluyó con la derrota los comuneros, al mando de Padilla, Bravo y Maldonado, que fueron vencidos en la batalla de Villalar (Valladolid) la insurrección de los Comuneros en el entonces conocido como Virreinato de Granda, actualmente Departamento de Santander del Sur en Colombia, se produjo entre los año 1781 y 1782 bajo el reinado de Carlos III de Borbón, en ambos casos con sus evidentes diferencias fueron revueltas populares y ambas acabaron derrotadas.
En Castilla tuvo su componente identitario al no reconocer los símbolos considerados extranjeros, se enarbolaron los pendones carmesíes con el objetivo de anteponerlos a los símbolos imperiales de los Habsburgo, en Nueva Granada fue una revuelta principalmente motivada por la excesiva carga impositiva, si bien algunos historiadores mencionan que fue una revuelta contra el imperio, lo cierto es que los insurrectos iniciaron sus actos de la mano de Manuela Beltrán al grito de: “viva el Rey y muera el mal gobierno. No queremos pagar la armada de Barlovento” lo que parce demostrar que la revuelta inicialmente era contra el visitador regente, Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres. y sus excesos impositivos que restauró el antiguo impuesto sobre algunos productos conocido como la armada de barlovento, institución naval que se había creado para proteger a la armada española de los ataques de ingleses, franceses , corsarios y piratas, y que tras la firma del tratado de Ultrech, había sido derogado.
La revolución comunera en Nueva Granda se inicio en la población de Socorro un 16 de marzo si bien ya en 1752 y 1764-1767 habían estallado motines contra el monopolio del aguardiente, fueron las medidas tomadas a fines de la década de 1770, que provocaron que el nuevo levantamiento tomara una magnitud sin precedentes. En 1779 una fuerza de 1.500 indígenas se rebeló pero resultaron dispersados. En los últimos meses de 1780 hubo motines contra los guardas de la renta del tabaco en Simacota, Mogotes y Charalá.
En sus comienzos los protagonistas visibles eran los pobres, tanto mujeres como hombres. Las revueltas comenzaron luego a ser dirigidas por personas de mayor poder económico (comerciantes, carniceros, pequeños agricultores) y la rebelión tomó forma. La presión logró que algunos hombres de prestigio se comprometieran en ella. También se incorporaron indígenas, liderados por Ambrosio Pisco, un poderoso cacique. Ellos agregaron al pliego de demandas la devolución de tierras tomadas a las comunidades amerindias. Como general de los insurrectos fue elegido Juan Francisco Berbeo junto a Salvador Plata, Antonio Monsalve, y Francisco Rosillo, quienes constituyeron la junta llamada “El Común” de donde les vino el nombre de “Comuneros”. Se reunieron en el Socorro cerca de 4.000 hombres que marcharon en dirección a Santafé (hoy Bogotá)
En el camino se agregaron voluntarios de otras poblaciones hasta completar un cuerpo de 20.000 hombres. En el Puente Real (hoy Puente Nacional), cerca a Vélez se encontraron con la pequeña tropa enviada desde Santafé a órdenes de José Osorio y del capitán Joaquín de la Barrera, quienes no pudieron interrumpir el avance de los comuneros, mientras el regente Gutiérrez de Piñeres salía en precipitada marcha hacia Cartagena de Indias. La insurrección tomo tal cariz que a mediados de mayo de 1781, el virrey Caballero y Góngora, accedió a firmar el documento pactado con los Comuneros y que fue llamado Las Capitulaciones de Zipaquirá.
Sin embargo, algunos miembros de la revuelta, encabezados por José Antonio Galán, desconfiaron de la celeridad con que fueron aceptadas las condiciones por parte del Virrey y prosiguieron la lucha.
En una reunión posterior de las autoridades de Santa Fe, se acordó la nulidad de las Capitulaciones y el Virrey ordenó la captura de Galán y los demás comuneros que aún proseguían con el movimiento. En febrero de 1782, Galán fue apresado y ejecutado junto a Lorenzo Alcantuz y otros comuneros.
Fuera del aspecto económico, que tuvo como fin la lucha contra los impuestos, la revuelta comunera abarcó aspectos sociales y políticos, ya que una de las estipulaciones contenidas en la capitulación hecha en Mortiño era la preferencia de los americanos para la provisión de ciertos empleos, lo que implicaba ya una cierta alteración importante en el régimen colonial. Por otra parte, también se aspiró a rehabilitar la raza indígena y Galán proclamó la libertad de los esclavos en las minas de Malpaso, cerca de Mariquita (Tolima). Este fue uno de los cargos por los cuales se condenó a muerte a los sublevados. Los castigos fueron ejemplares se amputaron manos y miembros y fueron colgados como escarmiento en la plazas públicas si bien los más adinerados que participaron en la revuelta tuvieron castigos mucho menos severos.
Pese a sus reivindicaciones coyunturales y a su declaración en pro de la autoridad real, el movimiento comunero ha sido visto por varios autores como un anticipo de la Independencia, en la medida que fue una expresión de furia popular contra los funcionarios españoles y una aspiración de tener gobiernos con participación criolla. Aunque estas manifestaciones distan aún de lo que será el proceso de Independencia, es visto como un paso dado hacia un sentimiento nacionalista.
Dos acontecimientos internacionales se producen casi en paralelo a la revuelta comunera en Nueva Granada el inicio de la guerra de la independencia de los Estados Unidos (1775-1783) y la revolución francesa (1789-1819) a la que la insurrección comunera se anticipa en el tiempo con sus reivindicaciones de igualdad social, política y económica. Las proclamas comuneras no estaban lejos de Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que luego fueron emitidas en esta.

Carlos Ramírez