Os ofrecemos una oportunísima y extraordinaria reflexión del Psicólogo Clínico y Pensador vallisoletano D. Amado Ramírez Villafañez. Muy apropiada su lectura en estos días.

Enhorabuena Amado gracias por compartir tu sabiduría con nosotros.

Artículo de Amado Ramírez Villafañez

EL ORDEN DE LOS FACTORES SI ALTERA EL RESULTADO
Es martes, cuarto día de este estado de alarma y estoy aquí viendo desde mi ventana los árboles que me acompañan y que siempre están ahí, quietos, incólumes, firmes, atados a sus raíces, sin moverse desde que nacen hasta que mueren, llenando nuestros pulmones de oxígeno y doloridos con tanta contaminación, que les impide darnos más energía limpia a los pulmones de tanto humano desagradecido. Árboles que se alegran cuando el viento y la lluvia les nutren y hacen bailar sus ramas y hojas y con eso siguen felices, dando oxígeno a nuestras vidas.
Árboles con mucha verdad que no confunden el orden de las cosas: Primero SON, cuando nacen, después ESTÁN, mientras viven y después sólo después…HACEN. Nosotros los humanos hemos cambiado el sentido de la vida, movidos por los intereses de una sociedad global, que incita constantemente a HACER.
Todo lo que hacemos se engloba en tres únicas categorías: Trabajo y/o estudio, ocio y relaciones y tareas familiares y caseras y en todas ellas hemos caído en el afán, detrás del cual esta una de las mayores falacias subliminales a las que respondemos: “Más es mejor” unida a la segunda:”…cuanto antes y mejor que nadie”.
Las ataduras existenciales con las que han logrado asfixiar el significado de lo que sea vivir son trascendentes: falta de tiempo, prisa, angustia por el logro, ambición, individualismo, envidia y una larga retahíla de otras muchas actitudes cotidianas que nos vacían de valores y…de vida.
Somos enanos en hombros de gigantes que trataron de enseñarnos como vivir y las herramientas para conseguirlo. La sabiduría ancestral enseña, aún hoy y a pesar de tanta basura “intelectual”, que el primer objetivo de un ser humano es SER, lo que equivale a cultivar la dignidad, el valor, la objetividad y el respeto entre otros muchas calidades, para lograr el respeto de y a los demás, como una forma de vida no ya loable sino razonable y fresca. Cultivar el SER es tarea de una vida y actualmente una aspiración de minorías que se frustran y dudan de serlo cuando ven cómo actúan sus semejantes. Muy triste.
La segunda tarea que nos inculcaron los ancestros fue aprender a ESTAR, dado que la vida, siempre, es un proceso, que está en lucha permanente con la inmediatez del deseo, la imaginación y el afán. No sabemos esperar y la vida nos hace esperar siempre: a crecer, formarnos, encontrar nuestro sitio en la sociedad y en la vida (que son entidades diferentes aunque estén imbricadas) e incluso para ir dejando atrás muchas capacidades intelectuales y físicas e incluso para morir. Quizá esto sucede porque nos preparan para ser “peones” útiles (de diferente importancia jerárquica y social) y no para la vida, en una sociedad que no piensa en la felicidad del ser humano y enseñarle a vivir, sino en el dinero, el poder y el “¿éxito?”.
No sabemos ESTAR, porque nos han enseñado solo a HACER y muy deprisa, sin tiempo, ni reflexión, ni cálculo de lo que provoquemos, sea o no destructivo para la vida o no, si da dinero, prestigio e importancia social. Quizá deberíamos visitar más los cementerios para ver donde termina todo y lo que duele llegar a ese instante y percatarse de que la VIDA es otra cosa, más fértil, sencilla y fácil, si fuéramos capaces de un cierto “despertar”.
HACER es necesario, tanto como SER y ESTAR, pero nunca en primer lugar y abandonando el trabajo para lograr captar el sabor de estas dos últimas actitudes.
Ahora, en estos días, nos está obligando, acaso nuestra torpeza, a un estar forzado, que unos se tomaran a risa y no harán ni caso y otros, los más, porque al miedo que llaman responsabilidad, si nos han condicionado a responder, con angustia e incluso pánico. Serenémonos, y aprendamos estos días que el control que tenemos sobre la vida, es relativo a pesar de nuestro aparente poderío que nos ha llevado incluso fuera de la tierra, probablemente más por si se destruye que por comunicarnos con otros supuestos seres.
Aprovechemos estos días para aprender a estar, sin pasar unos o asustándose en extremo otros, `para aprenderé a echarnos en manos del misterio que es LA VIDA, porque es la que realmente controla y no nosotros. Nadie ha elegido el siglo en que nacer, ni el país, ni sus padres, la hora o el día. La vida tiene el control “a lo grande”. El nuestro es muy pequeñito y por eso deberíamos ser sencillos y copiar de la naturaleza, como esos árboles que desde mi ventana me han hecho reflexionar sobre lo que estamos viviendo estos días.
Lo que nos queda al hombre no es asegurar nada, sólo podemos confiar en “el misterio” que es la vida y nos trajo aquí y en realidad decide más, mucho más que el hombre por muy soberbio que sea, porque… «TODO ES POSIBLE Y NADA SEGURO».

Amado Ramírez Villafañez / Psicólogo Clínico y Pensador


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